
La aplicación Tea nació en 2023 como una plataforma donde las mujeres podían dejar reseñas sobre hombres. Se viralizó en 2025, con millones de usuarias que marcan “banderas verdes” o “rojas” según su experiencia. Se presenta como un espacio de protección, pero en el fondo es otra cosa: la lógica de las reviews llevada al terreno más íntimo, las relaciones.
El tema es que escribir una review de un hotel no es lo mismo que opinar sobre una persona. Un hotel siempre es el mismo: las habitaciones no cambian de carácter según quién las ocupe. Una tostadora en Mercado Libre no discute ni se emociona distinto con cada usuario. Pero las personas sí. Cada relación es singular, irrepetible. Lo que alguien vivió con vos no garantiza que otro lo viva igual.
De todas maneras, damos por hecho que una mala review alcanza para descartar. Y ahí empieza lo grave: se achica el margen para el error. Nadie se comporta bien todo el tiempo, nadie encaja perfecto siempre. Lo que realmente se aprende en una relación no es evitando equivocarse, sino atravesando esas situaciones, interpretándolas, reaccionando. Si todo está decidido de antemano por una calificación, ¿qué espacio queda para el aprendizaje?
Creer que porque alguien viene bien recomendado la relación va a funcionar es ingenuo. Una relación no es un producto con garantía: lo humano es impredecible, contradictorio y lleno de matices.
Las relaciones no son pronosticables. Se construyen con tiempo, con desencuentros, con negociaciones y hasta con errores. Atravesar todo eso no es un fracaso, es lo que te da crecimiento, herramientas y experiencias para leer mejor a los demás y a vos mismo. Lo ridículo de Tea es que podés terminar confiando más en el juicio de un desconocido que en tu propia experiencia, descartando a alguien solo porque otro lo “calificó mal”, cuando lo único que importa es tu propio encuentro, tu vivencia, tu lectura.
El trasfondo de Tea también tiene su historia: Sean Cook la creó después de ver cómo su madre había sido víctima de engaños y de hombres con antecedentes ocultos en el mundo de las citas online. Lo que para él fue una reacción personal terminó convertido en negocio global. Pero esa historia también muestra la paradoja: de una situación privada y única nació una herramienta que busca convertir en estándar lo que, por definición, nunca lo es: un vínculo humano.
En números, la performance de Tea es alta: en julio de 2025, las descargas crecieron 185 % en solo 20 días. Se ubicó en el puesto número 1 de apps gratuitas en la App Store de EE.UU., acumuló más de 900.000 solicitudes de inscripción en una sola semana y reúne ya a más de 4,6 millones de usuarias. Aunque varias funciones son gratuitas, muchas –como verificaciones y búsquedas ilimitadas– se habilitan solo a través de un plan de USD 15 al mes.
Tea no es Waze. No es una app que te dice cuál es el mejor camino ni qué ruta evitar. No necesitamos un Waze para relacionarnos con la gente. Llegar a ese punto sería una degradación como seres humanos. Imaginate elegir amigos o padrinos en base a un puntaje: ridículo. El problema es que estamos planteando todo al revés. Con estas supuestas soluciones lo único que hacemos es perder agencia: dejamos de decidir por nosotros mismos, dejamos de confiar en nuestra subjetividad y empezamos a apoyarnos en filtros externos como si fueran verdades absolutas. Pasa lo mismo con ChatGPT cuando se lo usa no como copiloto, sino como atajo: pedir, copiar, pegar. ¿Dónde queda tu mirada ahí? ¿Dónde tu criterio? Estamos transformando medios en fines. Y eso, en el terreno de las relaciones humanas, es profundamente nocivo.
Lo que Tea muestra es que cada vez tenemos menos lugar para el encuentro real. En lugar de animarnos a probar, pasamos el tiempo revisando fichas y opiniones. Y en ese proceso perdemos agencia: dejamos que otros decidan por nosotros lo que deberíamos decidir cara a cara. Así, en vez de acercarnos, nos seguimos alejando.
El Veraz del amor no nos asegura vínculos más sanos. Apenas confirma que seguimos aplicando la lógica del consumo a todo, incluso a lo que nunca debería ser reducido a un puntaje.
PD:
Entendiendo que este es un newsletter de estrategia, marcas y negocios, podría quedarme en destacar el éxito de esta app: su crecimiento en descargas y suscripciones, o cómo encontró un nicho nuevo. Pero elijo no detenerme ahí, porque lo que me importa es otra cosa: cómo se están configurando nuestras relaciones sociales y qué papel juegan las empresas en ese proceso.
Hoy las compañías tienen un peso enorme en el desarrollo de la cultura. Meta y Google definen cómo accedemos a la información y cómo nos comunicamos. Rappi reorganizó nuestra relación con el tiempo y la logística cotidiana. Tinder transformó la manera en que pensamos los vínculos. Shein reconfiguró el consumo de moda y aceleró la lógica del descarte y la destrucción del planeta. Amazon, Netflix, TikTok… cada una, desde su modelo de negocio, diseña también una parte del mundo cultural en el que vivimos.
Las marcas son creadoras de cultura. Y ser creadoras de cultura es una responsabilidad. Lo que producen no es un producto o un servicio, es un modo de vivir, de reconfigurar las relaciones sociales y las relaciones de poder. Ahí es donde estrategia y cultura se cruzan.
Analizar fenómenos como Tea excede el éxito de una app: muestra cómo una plataforma puede instalar un filtro en nuestras relaciones y condicionar la forma en que nos vinculamos