Lo parte subjetiva es el punto más subestimado del negocio.
El cambio viene de los outsiders.
Los outsiders juegan con reglas distintas a las de los insiders, y ese es su capital más importante: una nueva perspectiva sin apresto.
En términos económicos, lo más valioso de una marca es su capacidad de generar capital social e influencia cultural.
El valor de marca protege los precios premium y la cuota de mercado.
Nunca deberían hacerse ajustes de presupuesto ni trade offs que afecten negativamente el desarrollo estratégico de la marca.
La marca no es el logo, ni siquiera los años que hace que estás en el mercado. Es el vínculo.
Tener muchos seguidores no hace que una marca tenga relevancia cultural (ni siquiera que sea importante). El intercambio y el diálogo, sí. Construir comunidad es más valioso que construir audiencia.
Las marcas deberían ser su propio público objetivo y estar acá para llenar la brecha entre lo que las personas desean y lo que el mercado realmente les ofrece. Su propósito es lograr que su audiencia sienta que no hay nada como lo que están haciendo.
En esta economía digital, las personas participan del mercado de consumo muchas veces sin comprar. Eso hay que poder capitalizarlo y jugarlo a favor.
Todos hoy pueden ser críticos, creadores o curadores. La mayor influencia viene de la gente común. Nunca sabés quién puede ser tu defensor.
Las marcas son parte de la industria de la cultura y el vínculo entre la audiencia y el mundo del estilo, los valores, el arte, la creatividad o una subcultura.
Otro de los puntos más subestimados del negocio son los no clientes. Las marcas deben acercarse a quienes no son sus clientes y trabajar en construir un vínculo cultural, estableciéndose como actores sociales ante ellos.
Si se prioriza la identidad, se gana posicionamiento. Las marcas olvidan muchas veces que están en el negocio del estilo, el gusto, la pasión, la creatividad y las emociones.
Testear la marca permanentemente frente a su audiencia cautiva y frente a los detractores (ante estos últimos, mucho más).
Escalar un negocio es empezar por hacer cosas que no escalan directamente: relación directa y humana con la audiencia, foco y mucha paciencia.
El negocio cambió culturalmente en los últimos diez años. También económicamente. El primero tiene más impacto en la actualidad que el segundo.
Las estrategias de branding del siglo XX que aplican la mayoría de las marcas hoy son para consumidores que ya no existen.
El consumidor contemporáneo se construye identitariamente a través del consumo, pero de forma mucho más fragmentaria y pragmática.
El exceso de oferta y de estímulos hace que el consumidor valore cada vez más lo selectivo, lo editado, lo significativo.
Saber es más importante que tener. La curaduría y el filtro de gusto, por sobre todo lo demás.
Si quieren generar más ingresos, la transaccionalidad debe dar lugar a la emocionalidad. De forma urgente.
Las marcas ya no luchan solo por share de mercado, sino por share de atención, de deseo y de imaginario.
El marketing no funciona más tal como lo conocíamos. Tratar de hacer push desde arriba con dinero para generar un vínculo emocional es la idea más eficiente para perderlo. Nadie, en una relación amorosa, trataría de conquistar el corazón de otra persona pagando (nadie en su sano juicio).
Las marcas son una lógica, una forma de ser y estar en el mundo. Sin eso, son solo un conjunto de productos más.
No hay atajos.
