“¿Por qué hacerlo?
¿Por qué hacerlo más difícil para vos?
¿Por qué arriesgarte?
¿Por qué ponerlo todo en juego? Con tanto espacio para fallar.
¿Por qué te atreverías?
En serio, ¡por qué!
Podrías dar todo lo que tenés y aún así perder.
Pero mi pregunta es:
¿Qué pasa si no lo hacés?
ajjajajaajajajjajjja!!”
Just do it
¿Por qué Nike vuelve a hacerlo?
¿Por qué elige siempre un punto psicológico difícil y lo convierte en storytelling?
¿Por qué logra disparar una respuesta emocional tan intensa con la música y la locución?
¿Por qué toma la duda y no la certeza como narrativa?
¿Por qué habla de fracaso en lugar de triunfo?
¿Por qué lo sigue haciendo?
Mi pregunta es: ¿y si no lo hiciera?
Entonces no sería Nike.
En lo personal, siempre pensé que Adidas es una marca superior a Nike en muchos aspectos. Sin embargo, es innegable que la empresa de Phil Knight logra conectar emocionalmente como ninguna otra cada vez que comunica su mantra. Y eso, hoy, tiene un valor inmenso: llegar a consumidores microsegmentados, saturados y dispersos, y aun así generar impacto. No hay persona que vea una pieza de Nike últimamente y no sienta algo —a favor o en contra—, inevitablemente lo toca en algún punto. Frente a tanta basura algorítmica que aplana la creatividad, la innovación y hasta las ganas de mirar, ellos consiguen algo mucho más difícil: instalar conversación. Eso es influencia. Y eso hoy no lo hace cualquiera.