A medida que las generaciones avanzan, su preocupación por el medio ambiente es cada vez mayor y mas evidente ya que cuentan con información importante que antes no era pública: saben que cuando compran ropa están en juego desde las emisiones de carbono (4% al 10% del total mundial es responsable la industria de la moda) hasta las aguas residuales contaminadas con microplásticos generadas en la fabricación de prendas. El negocio del fast fashion con sus precios bajos aumentó de manera desmedida la producción de prendas y volvió el consumo excesivo. Entre 2000 y 2015, la cantidad de prendas de vestir fabricadas anualmente se duplicaron de 50 mil millones a 100 mil millones.(1)
Es un momento en que muchos consumidores están empezando a tener en cuenta el impacto devastador de la industria de la moda en el planeta y a elegir cambios en sus hábitos de compra homologándolos con sus valores personales. Un nuevo informe (2) de Bain y Positive Luxury, una empresa que ofrece certificaciones de sostenibilidad a las marcas, explora varias iniciativas que las empresas están desarrollando actualmente alrededor del mundo para ser más respetuosas con el medio ambiente y también considera cómo sería el mundo en 2030 si se convirtieran en normas.
Para que la industria de la moda sea mas sostenible es necesario desacoplar el crecimiento del volumen, esto en palabras sencillas es: las empresas necesitan encontrar una forma de ganar dinero sin vender mas cantidad de ropa. El informe de Bain propone como salida que las marcas pueden crear nuevas fuentes de ingresos al ofrecer servicios de alquiler, reventa y reparación, generando rentabilidad sin sacar nuevos productos a la venta. De hecho el informe recalca que las marcas pueden incrementar sus márgenes de beneficios en un 40% invirtiendo en estos nuevos modelos de negocios.
Se están empezando a ver distintas iniciativas en esta línea. Hermès está utilizando talleres de reparación en todo el mundo para extender la vida útil de sus productos. H&M está desarrollando el alquiler de ropa para niños. Kering, la empresa matriz de Gucci y Balenciaga, acaba de invertir en la plataforma de reventa Vestiaire Collective. Mientras tanto, ThredUp, una tienda de segunda mano en línea, está creciendo explosivamente y está lista para salir a bolsa. En 10 años, plataformas como estas podrían ser la norma y de esta forma permitir a las empresas de moda mas pequeñas un paso a este nuevo modelo de negocio sin ser necesaria una inversión extraordinaria.
El informe Bain ofrece una mirada optimista sobre lo que podría ser el futuro si la industria de la moda toma medidas reales para frenar su comportamiento tóxico. Pero no solo depende del sector: también los consumidores pueden contribuir a convertir esta visión en una realidad. Pueden comprar menos, comprar de segunda mano, alquilar y poner el dinero en marcas con modelo de negocio ecológicos o que se encarguen de reforestar o controlar la huella de carbono que generan. También pueden presionar a sus marcas preferidas para que transparenten sus prácticas comerciales y pedir a los funcionarios electos que se encarguen de legislar a favor de colaborar con este cambio en la industria.
Desde mi rol profesional asesorando empresas de moda estoy de acuerdo que la industria necesita un cambio significativo en sus procesos, pero es necesario también acompañar esto con una legislación (local y mundial) que pueda ayudar e incentivar a las empresas a realizar esta transformación. No se puede cambiar de un día para el otro algo que viene realizándose de la misma forma hace mas de 100 años, es necesaria una mirada sistémica, un plan organizado y la colaboración de todos los sectores. No son problemáticas a resolver en 50 o 100 años, el tema es urgente. Es momento de sentarnos a pensar qué mundo queremos habitar la próxima década y cómo lo vamos a delinear entre todos.
Daniela De Sousa Mendes
(1) Informe A New Textiles Economy 2017 (Ellen Macarthur Foundeation & Circula Fibres Initiative). (2) LuzCo 2030: A Vision of Sustaintable Luxury