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«Exquisite» La Nueva Campaña de Gucci Inspirada en Stanley Kubrick

Gucci es de las pocas marcas que entiende el signo de los tiempos y a un consumidor que devora todo lo que se le presenta delante volviéndolo obsoleto en un lapso de tiempo cada vez menor. 
Ya no basta con innovar para captar la atención de clientes cada vez más dispersos, sino que, además, las ideas, productos y conceptos se deben espectacularizar al máximo. De eso se trata la comunicación hoy: performar o morir. 


Para sumar complejidades, esta espectacularización debe ser bajo un concepto de fondo, no de formas. Performar por el solo hecho de mostrarse es inconducente en estos tiempos. Los consumidores subieron la vara al máximo, piden que las marcas expliquen quiénes son, en qué creen, cuáles son sus valores y que, además, los presenten ingeniosamente para entretenerlos.
La ley de fractura explica que los avances y disrupciones en tecnología son exponenciales, y quiénes primero los comprenden son las personas, luego las empresas y por último el arco político. En este caso, las personas son las que comienzan a entender el nuevo mantra “lo que no performa no existe”, por eso, utilizan las distintas herramientas que les brindan las plataformas sociales para expresarse, performar y testear su repercusión en vivo. Ahora, las marcas están comprendiendo esta lógica y despliegan sus capacidades creativas y económicas al máximo para retener la atención y compartir significados.
Alessandro Michele, director creativo de Gucci, comenta la fascinación que siempre le despertó el mundo del cine por su capacidad de contar historias que permiten indagar profundamente en la realidad de la humanidad. 

 En la campaña «Exquisite», Michele plantea lo que define como “un acto de amor” hacia Kubrick, que fue una fuente de profunda inspiración para Michelle, quién reinterpreta sus películas, las descompone, las combina y reconfigura con los looks de Gucci.

“Cuando pienso en un vestido, nunca lo imagino separado de la historia y la vida de la persona que lo lleva. Un vestido, para mí, nunca es sólo un trozo de tela, sino el instrumento a través del cual somos capaces de narrar lo que decidimos ser, de dar forma a nuestros deseos y al sentido último de nuestro ser. Por ello, siempre pensé mis colecciones como películas capaces de ofrecer una cinematografía del presente: una partitura de historias, ecléctica y disonante, capaz de sacralizar lo humano y su capacidad metamórfica”. Afirma Alessandro