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¿Cuál es la Realidad?

Hace unos días sucedió algo que cambiará muchos aspectos de nuestra vida de formas que aún no podemos imaginar. Open AI, la empresa de inteligencia artificial creada en noviembre de 2023 por Sam Altman, presentó su último desarrollo: Sora, un generador de videos por texto tan poderoso como preocupante. Es evidente que la empresa de Altman está adelantada a su época en tecnología y también en daños colaterales obligando a toda la industria audiovisual a replantearse a sí misma (más temas éticos, más temas de copyright, más… más…)

Es muy simple, prompteas un texto y Sora te lo transforma en video:

“Una mujer elegante camina por una calle de Tokio llena de luces de neón cálidas, luminosas y carteles animados de la ciudad. Lleva una chaqueta de cuero negra, un vestido largo rojo, botas negras y un bolso negro. Usa anteojos de sol y lápiz labial rojo. Camina con confianza y casualidad. La calle está húmeda y reflectante, creando un efecto espejo de las luces de colores. Muchos peatones caminan”.

“Mujer vestida con un mono morado y botas de vaquero, dando un agradable paseo en Mumbai, India, durante una tormenta de invierno.”

“Un tráiler de película que presenta las aventuras del hombre espacial de 30 años que lleva un casco de motocicleta tejido de lana roja, cielo azul, desierto salado, estilo cinematográfico, filmado en película de 35 mm, colores vivos”.

“La hermosa y nevada ciudad de Tokio está muy animada. La cámara se mueve por las bulliciosas calles de la ciudad, siguiendo a varias personas disfrutando del hermoso clima nevado y comprando en los puestos cercanos. Preciosos pétalos de sakura vuelan con el viento junto con los copos de nieve”.

Acá Sora toma varios videos distintos y los combina en uno nuevo:

Después que pase la fascinación por el hiperrealismo de los videos y por la facilidad para crearlos -a través de lenguaje natural- quedarán las cuestiones de fondo, que son las más importantes y, por ahora, son preguntas:

¿Qué es realidad y qué no? ¿Importa?

¿Cómo distinguir una de otra cuando todo esté plagado de este recurso?

¿En qué lugar queda el asombro si todo se vuelve posible?

¿Seremos testigos de la peor epidemia de anhedonia (falta de placer / interés) porque ya nada nos asombra ni nos conmueve?

¿En qué se transformará “la cultura” cuando todo sea promptear/enter para crear algo?

¿Por dónde empezaremos a replantear la forma en que entendemos el copyright y la originalidad en la creación de contenidos?

¿El ser humano será tan iluso y perezoso para dejarse invadir por la tecnología perdiendo su capacidad de decidir, es decir, su agencia?

¿Será esto un punto de inflexión que llevará a un replanteo profundo de nuestro lugar como humanos? ¿o será una ola que nos tapará mientras permanecemos pasivos sin tomar decisiones como hasta ahora?

El ser humano en todas las épocas de la historia transformó los avances tecnológicos en medios para su crecimiento y desarrollo personal. Hoy, en cambio, se entrega para convertirse voluntariamente en el insumo de un feroz movimiento tecnológico. Lo más paradójico es que los humanos podemos hacer frente a estas cuestiones, ponernos firmes y ubicar a la tecnología en su lugar (como medio) pero no sé si muchos quieren o están a la altura de dar esa discusión. La tecnología es fascinante pero también su lado b nos lleva a una desconexión con nosotros mismos muy profunda, a una ansiedad interna constante que no nos permite reflexionar sobre las cuestiones importantes, las que atañan al ser. El refrán dice “el veneno no existe, existen las dosis”, eso es lo que justamente no podemos manejar con criterio. ¿Terminaremos envenenados?

La aceleración tecnológica comenzó a ser evidente desde 2007, desde allí comenzamos a vivir en otro mundo; un mundo en el que la mínima espera de tiempo se transforma en un lapso interminable e insoportable que debemos llenar con estímulos externos. Un mundo donde necesitamos chequear el celular constantemente por miedo a estar “perdiéndonos algo”. Cualquiera que tenga más de 40 años sabe que antes solo en algún momento en particular del año -generalmente diciembre- se vivía en una aceleración extrema. Hoy, vivimos todos los días, las 24 horas, arriba de una ola que está por romperse en cualquier momento. Esta forma de ser y estar se volvió cotidiana, no es sana y terminamos normalizándola sin poder poner un freno. La reconocemos, lo hablamos, nos preocupa pero no hacemos mucho mientras la tecnología sigue tomando decisiones por nosotros y avanzando. 

Sora y la AI no son un problema para la industria audiovisual (que sí lo son), son un problema más grande y significativo que ataña aspectos profundos del ser humano. Estoy a favor de todos los avances tecnológicos, pero estoy en contra de la pasividad y la fascinación vacua que dejan a muchas personas en lugares psíquicos inertes, transformándolas en medios para un fin que hoy es desconocido. Ponernos a disposición de forma autómata sin preguntarnos si quiera cuánto saldrá esta fiesta es lo que nos deja del lado más débil de la negociación. 

Sigmund Freud dijo, “la mayoría de la gente no quiere la libertad realmente, porque la libertad implica responsabilidad y la mayoría de la gente teme la responsabilidad”. La libertad es la capacidad de decidir qué haces, de tomar decisiones. La responsabilidad es rendir cuentas de tus acciones. Cuando buscas más libertad, el camino más seguro a largo plazo es asumir más responsabilidades. La libertad y la responsabilidad no se dan, se toman.