Muchas marcas quieren y necesitan cambiar pero esto no sucede de cualquier forma ni en cualquier momento. Las empresas que logran cambios significativos lo hacen cuando se dan ciertas condiciones. Primero debe haber grandes presiones externas, como sucede con el cambio social que está transformando la vinculación entre las personas y las marcas. Segundo, debe existir gente dentro de la empresa que esté muy descontenta con el orden existente, generalmente son las segundas o terceras generaciones de herederos o los nuevos empleados -sobre todo centennials- que entienden que el mundo está hablando en otro lenguaje y perciben con mucha claridad que la empresa aun está acorazada en las viejas prácticas. Y tercero, debe haber una alternativa coherente a incorporar al plan, un modelo o una visión renovada e integradora. Sin una solución que abarque múltiples frentes ninguna empresa tomará seriamente la decisión de realizar cambios significativos. Mientras no se vislumbre una alternativa funcional para la estructura existente, la resistencia al cambio permanecerá. Estos tres factores pueden tener un peso desigual, pero sea como fuere son necesarios para dar lugar a un cambio significativo.
Paralelamente, existe un cuarto factor que muchas veces se subestima y es determinante en el éxito del cambio, son los modelos mentales o marcos de pensamiento. Kenneth Cukier, redactor de The Economist, explica que los humanos utilizamos modelos mentales para pensar, esto nos ayuda a comprender mejor el mundo “tenemos que interpretar el mundo para poder existir en él”, concluye. Nuestra manera de percibir la realidad tiene influencia directa en nuestras acciones. Aplicar el marco correcto de la manera correcta nos permite desbloquear una variedad muy amplia de posibilidades, que a su vez, pueden ayudarnos a tomar mejores decisiones. Si logramos mejorar nuestra capacidad de enmarcar obtendremos mejores resultados.
Dada la complejidad del contexto y asumiendo que la velocidad y profundidad de los cambios se mantendrá constante durante las próximas décadas, aprender a enmarcar mejor es una herramienta decisiva para resolver los problemas. El destino de la humanidad y de las empresas depende en gran medida de que aprendamos a concebir los desafíos de forma distinta. Las especies se extinguieron porque no fueron capaces de adaptarse a las circunstancias. Si pensamos en los problemas globales, como el cambio climático, los seres humanos podríamos ser la primera especie de la historia que teniendo todas las herramientas necesarias para adaptarse perezcamos porque no sabemos utilizarlas, no por no tener ninguna opción, sino por no haber utilizado la correcta. En las empresas sucede lo mismo.
El mensaje del cambio es claro: las empresas tienen que revisar sus premisas básicas -las que muchas veces las llevaron al éxito en el pasado- y mostrarse dispuestas a dejarlas de lado, de lo contrario, terminarán siendo piezas de un museo corporativo. Tomar la decisión correcta requiere un muy buen conocimiento de los objetivos y del contexto en que se quiere aplicar el marco y si eso es correcto o no. Kenneth Cukier explica que no todos los cambios son siempre monumentales, pero cambiar de marco casi siempre es algo extraordinario. No es un proceso que nos salga de manera natural, implica dejar atrás un territorio mental que conocemos y en el que confiamos y eso nos cuesta.
Nuestros miedos nos llevan a contenernos y a resistirnos, pero en algún momento hay que dar el primer paso. Si no estamos haciendo nada realmente diferente desde la estrategia en nuestras empresas, ¿cómo esperamos lograr algo diferente?. El inversor de capital de riesgo Eugene Kleiner dice “resulta complicado ver el cuadro completo estando dentro del marco”. Toda buena idea comienza como una nueva idea. Y las nuevas ideas nunca son familiares. Comprenderlo podría ser la clave para alejar los temores y tomar acción.