Desde este espacio generalmente hablo «a» los y las CEO´s, tanto para recomendar a qué prestar atención en los negocios, informar cómo están cambiando los consumidores o para que consideren cómo el rol de los colaboradores modifica la relación de poder con las empresas.Esta vez me pareció oportuno hablar «de» los CEO´s. Tengo la suerte, por mi trabajo, de conocer a personas extraordinarias que ocupan ese rol y de las cuales todo el tiempo aprendo. Me he sentado frente a el más reconocido de la industria, muchos muy importantes hasta los más novatos y en la mayoría de los casos admiro su visión, su motivación, su templanza y su convicción profunda y no ingenua que las cosas pueden ir en una mejor dirección sea cual sea el contexto. Esa convicción se suma a la disciplina y esfuerzo para encontrar el camino y lograr que la organización lo transite de la mejor forma posible. Todos los CEO´s que conozco y admiro tienen estas cualidades junto con una gran cuota de humanidad.
No es Gratis
Nada de esto es gratis. Todos los CEO´s ganan cifras exorbitantes y esto lo logran porque realizan algo que la mayoría de nosotros no hace: toman decisiones. De hecho, ese es el núcleo de su trabajo. Tanto para abrir una nueva planta, despedir gente, crear una nueva división interna, incorporar tecnología o abrir un nuevo local se necesita decisión. Esta es la parte de su trabajo que más valor crea.
Lo que tampoco resulta gratis es estar en sus zapatos, algo que no muchos ven y que pocos soportaríamos. Quién mejor lo explica es el empresario Ben Horowitz en su libro La Parte Difícil de las Cosas Difíciles, allí habla sin romatizaciones del aspecto menos glamoroso y feliz de este rol que todos debemos recordar:
“Cada vez que leo un libro de gestión empresarial, me encuentro diciendo: «Eso está bien, pero eso no explica realmente lo difícil de la situación». Lo difícil no es la creación de una gran y audaz meta. Lo difícil es despedir gente cuando no has conseguido el objetivo. Lo difícil no es la contratación de grandes profesionales. Lo difícil es cuando esos «grandes profesionales» se sienten con derecho a exigir cosas poco razonables. Lo difícil no es la creación de un organigrama. Lo difícil es conseguir que la gente se comunique dentro de la organización que acabas de crear. Lo difícil no es soñar a lo grande. Lo difícil es levantarse en medio de la noche en un sudor frío cuando el sueño se convierte en una pesadilla.
El problema con estos libros es que intentan proporcionar una receta para los desafíos que no tienen recetas. No hay receta para situaciones realmente complicadas y dinámicas. No hay receta para la construcción de una empresa de alta tecnología; no existe una receta para liderar a un grupo de personas en medio de las dificultades; no hay receta para hacer una serie de canciones de éxito; no existe una receta para jugar como quarterback de la NFL; no existe una receta para aspirar a ser presidente; y no existe una receta para motivar a los equipos cuando tu negocio ha entrado en barrena. Eso es lo difícil de las cosas difíciles, no existe una fórmula para tratar con ellas.
[ ]
Cada emprendedor crea su empresa con una visión clara hacia el éxito. Va a instaurar un ambiente increíble y a contratar a las personas más inteligentes para que le acompañen. Juntos van a construir un buen producto que encante a los clientes y que haga que el mundo sea un poco mejor. Va a ser absolutamente impresionante. Entonces, después de trabajar día y noche para hacer realidad su visión, se despierta para darse cuenta de que las cosas no salen según lo planeado. Tu compañía no se desarrolla como en la charla de Jack Dorsey a la que asististe. Tu producto tiene problemas que van a ser muy difíciles de solucionar. El mercado no es lo que suponías que era. Tus empleados están perdiendo confianza y algunos de ellos han dejado la empresa. Algunos de los que dejaron la empresa eran bastante inteligentes y los restantes se han quedado preguntándose si tiene sentido quedarse. Se está agotando el dinero en efectivo y el inversor de capital riesgo te dice que será difícil levantar dinero dada la inminente catástrofe económica europea. Pierdes una batalla competitiva. Pierdes un cliente fiel. Pierdes a un gran empleado. Las paredes se empiezan a cerrar. ¿Dónde fallaste? ¿Por qué tu empresa no funciona según lo previsto? ¿Eres lo suficientemente bueno para hacer esto? A medida que tus sueños se convierten en pesadillas, te encuentras en la lucha.
La Vida es Lucha – Karl Marx
La lucha es cuando uno se pregunta, en primer lugar, por qué creó la empresa.
La lucha es cuando la gente te pregunta por qué no lo dejas y no sabes la respuesta.
La lucha es cuando tus empleados piensan que estás mintiendo y tú piensas que puede que tengan razón.
La lucha es cuando la comida pierde su sabor.
La lucha es cuando crees que no deberías ser el CEO de tu empresa.
La lucha es cuando sabes que todo depende de ti y sabes que no puedes ser reemplazado.
La lucha es cuando todo el mundo piensa que eres un idiota, pero nadie va a despedirte.
La lucha es cuando la duda sobre ti mismo se convierte en autoodio.
La lucha es cuando estás teniendo una conversación con alguien y no se oye ni una palabra de lo que está diciendo, porque todo lo que se oye es la lucha.
La lucha es cuando quieres que pare el dolor.
La lucha es la infelicidad.
La lucha es cuando te vas de vacaciones para sentirte mejor y te sientes peor.
La lucha es cuando estás rodeado de gente y estás solo.
La lucha no tiene piedad. La lucha es la tierra de las promesas rotas y sueños aplastados.
La lucha es un sudor frío. La lucha es donde tus entrañas hierven tanto que sientes como si fueras a escupir sangre.
La lucha no es el fracaso, pero causa fracaso. Especialmente si eres débil. Siempre si eres débil. La mayoría de las personas no son lo suficientemente fuertes. Cada gran emprendedor, de Steve Jobs a Mark Zuckerberg, pasaron por la lucha y lucharon, así que no estás solo. Pero eso no quiere decir que tú lo consigas. Puede que no lo consigas. Es por eso que existe la lucha. La lucha es de donde viene la grandeza.
[ ]
Cuando me convertí en CEO por primera vez, realmente pensé que yo era el único que lo pasaba mal. Siempre que hablaba con otros CEO, parecía que lo tenían todo bajo control. Sus negocios iban siempre «muy bien» y su experiencia era inevitablemente «increíble». Pensé que tal vez crecer en Berkeley con abuelos comunistas no podía haber sido el mejor antecedente para gestionar una empresa. Sin embargo, mientras observaba a mis fantásticos colegas, con sus empresas sorprendentes que iban a la quiebra y se vendían por nada, me di cuenta de que probablemente yo no era el único que lo estaba pasando mal. Mientras avanzaba, comprendí que abrazar los aspectos más inusuales de mis antecedentes era la clave para que todo se desarrollara. Serían esas cosas las que me darían perspectivas y aproximaciones únicas a los negocios. Eran las cosas que yo podía poner sobre la mesa y que nadie más tenía. Fue el estilo poético e impactante de motivar y focalizar al equipo, que había tomado prestado de Chico Mendoza. Fue mi comprensión de la gente, más allá de su personalidad, lo que me hizo poner a Jason Rosenthal junto con Anthony Wright para salvar la empresa. Fue incluso mi aportación, en el uso más capitalista imaginable, de aquello en lo que Karl Marx tenía razón. En la lápida de la tumba de mi abuelo encontrarás su cita de Marx favorita: «La vida es lucha». Creo que dentro de esa frase se encuentra la lección más importante del emprendimiento: Abraza la lucha.
Cuando ahora trabajo con emprendedores, eso es lo que trato de transmitir. Abraza tus rarezas, tus antecedentes, tus instintos. Si las claves no están ahí, entonces no existen. Me puedo identificar con lo que les está pasando, pero no puedo decirles lo que deben hacer. Sólo puedo ayudarles a encontrarse a sí mismos. Incluso pueden encontrar paz dónde yo no podía. Por supuesto, aun con todos los consejos y la visión retrospectiva del mundo, las cosas difíciles seguirán siendo difíciles. Por lo tanto, para terminar, sólo deseo paz para todos aquellos implicados en la lucha para cumplir sus sueños.”