En el mito de la Grecia antigua sobre Casandra, la hermosa hija del rey Príamo, Apolo se enamora de ella y para ganarse su afecto decide concederle un don: el poder de la profecía. Pero cuando ella lo rechaza, Apolo la maldice, ya que los dones divinos no se pueden revocar. A pesar que Casandra puede seguir viendo el futuro, Apolo se las ingenia para que nunca nadie crea sus visiones. Así, la maldición de Casandra consiste en poder ver el futuro pero tener que cargar sola con ese conocimiento. Grita a los cuatro vientos en un idioma que nadie entiende: “¡La caída de Troya!”. Pero los demás piensan que está loca, así que no le prestan atención.