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La Gran Confusión y la Parte Difícil

Estamos viviendo una época realmente increíble. La tecnología nos amplía las posibilidades para trabajar, contactarnos, movernos, acceder a información y divertirnos como nunca antes, pero a la vez, nos confunde y hace que pensemos la parte por el todo. Estas pequeñas confusiones aisladas se suman y cuando las unimos a través del tiempo nos llevan a elaborar mapas mentales que nos alejan de la realidad y distorsionan nuestra percepción y acción. Vemos correlación en lugar de causalidad, entendemos erradamente el contexto, los negocios y hasta nos pensamos en el lugar equivocado a nosotros mismos.


Algortimos. Confundimos seguidores con clientes, ventas con me gusta y los medios con los fines. Pensamos que si una publicación tiene menos likes es porque no gustó algo en ella, ya sea el producto, el diseño gráfico o la persona que aparece. No nos damos cuenta que las variables que pueden incidir para que esto suceda la mayoría de las veces no tienen tanto que ver con nuestro control. Los algoritmos necesitan enviar atención durante un tiempo a alguna parte. Pero es casi seguro que eso no durará mucho porque el ecosistema está cambiando todo el tiempo. No podés publicar en la misma plataforma dos veces creyendo que vas a obtener los mismos resultados, ya que la segunda vez no es la misma plataforma que la primera. Se trata de empresas privadas con sus propias reglas para ganar dinero. Sólo ellas las conocen y las cambian permanentemente para aumentar el tiempo que pasamos allí y el presupuesto que le destinamos. Las redes sociales son medios no son fines. No hay ninguna explicación que justifique que la comunicación principal con nuestros clientes se encuentre en una plataforma de terceros con todos los riesgos que eso implica, aun así, seguimos malgastando recursos y tomándolas como fines. Nos gana la inmediatez, el deseo de resolver todo lo más rápido posible sin importar si se hace de la forma correcta. Hoy lo que merece tiempo y atención perdió validez, desde el análisis y la toma de datos útiles de clientes fuera de la plataforma hasta el trazado y mantenimiento de una estrategia para el negocio a largo plazo.


Elegir. El filósofo surcoreano Byun Chul Han explica la relación que tenemos con plataformas como Facebook, Instagram o Google llamándolas los nuevos señores feudales. Dice “a diario labramos sus tierras produciendo datos muy valiosos, de los que ellos sacan real provecho”. Muy pocas veces reflexionamos en estos términos acerca de la relación que tenemos con estas plataformas, más bien, las vemos como grandes inventos que posibilitan nuestra conexión con los demás, la oportunidad de expresarnos y de elegir. Elegir no es seleccionar entre un conjunto acotado y predeterminado de opciones que deciden mostrarnos. Elegir es elegir libremente. Lo demás es manipulación u otra cosa. No tiene sentido ser un títere, especialmente si no estás seguro de quién está moviendo los hilos y por qué.


Adicción. La socióloga Sherry Turkle dice “Una vez que reconocemos los ofrecimientos de la tecnología -aquello que una tecnología hace fácil o atractivo-, estamos en situación de observar más claramente nuestras vulnerabilidades. No somos adictos a nuestros teléfonos porque tengamos una debilidad personal. Exhibimos una respuesta previsible a un diseño perfectamente ejecutado.”  La adicción a nuestros teléfonos nos aleja muchas veces de lo que nos hace humanos, la conversación. La conversación es importante porque representa el ejercicio de pensar a largo plazo. La mayoría de los aspectos de la vida y los negocios no se resuelven con una solución rápida, con un parche y ya . El mundo virtual nos aporta más espacios para estas conversaciones, pero lo que hace que el mundo físico sea tan valioso es que fomenta la continuidad de una forma distinta; no va y viene, “atrapándote y soltándote”. En el mundo físico no podés desconectarte o cerrar sesión, aprendés a vivir las cosas que te pasan. Ver desde esta perspectiva podría llevarnos a tomar nuevas decisiones y realizar los cambios necesarios para no caer en trampas y resolver mejor las contingencias laborales y personales.


Urgencia. Lo que se denomina “urgencia” está cambiando. Hoy todo es urgente. Todo es para responder ya. Todo tiene el mismo nivel de importancia y apremio. Cuando todo es urgente nada es urgente. Las notificaciones de los dispositivos están perfectamente diseñadas para generar dopamina en nuestros cerebros y nos llevan a esa trampa. Decirle a alguien hoy vía whatsapp o email “déjamelo pensar y te respondo luego” parece un signo de descortesía o desinterés, cuando en realidad representa todo lo contrario. ¿Cuándo nos volvimos tan ansiosos y comenzamos a creer que una respuesta más pensada significa desinterés?


Cantidad.
 La cantidad de seguidores, comentarios o likes parece ser la métrica más importante. La cantidad no es una métrica significativa, sí lo es la relevancia que no se mide en números y no es inmediata, por eso es mucho más difícil, pero a la vez, es la más importante para generar rentabilidad y una conexión con nuestra audiencia.  No podemos saber si un libro es bueno por la cantidad de palabras que contiene, aunque sea algo bastante fácil de medir. Seguimos teniendo nuevas métricas para medir las cosas, pero es bastante improbable que éstas sean un indicador del impacto o la calidad que debería importarnos. Se necesitan muchas agallas para dejar de medir cosas que son medibles y aún más agallas para comenzar a crear cosas que no se miden por los medios convencionales.


No Elección. El diseño de las interfaces de la mayoría de las aplicaciones y plataformas nos hacen creer que tenemos el control total de la oferta, cuando sólo tenemos acceso. Netflix, Youtube, Spotify y muchas más están construidas bajo esa lógica. Sus UI (interfaz de usuario) nos hacen sentir no sólo que poseemos el control, sino además, que la oferta que hay en ellas es infinita, esto nos transforma en eternos buscadores de mejores opciones. Un mundo que siempre promete una oferta mejor a la vuelta de la esquina nos hace creer que si elegimos algo nos perdemos las opciones -infinitas- que nos esperan luego. Nunca las opciones en la vida son infinitas, e invariablemente, elegir algo conlleva la pérdida de otra cosa. El diseño de las interfaces modifica nuestras creencias y nos deja rehenes de esa lógica saltando eternamente entre opciones y esperando encontrar la mejor oferta, que seguro no es ésta, sino la próxima.


La Vida es un Juego. No es casual que las interfaces más usadas como Instagram, Tik Tok, Happn y Tinder tengan la lógica del gaming. Colocan al usuario en el lugar de un player que debe deslizar, likear, dislikear, aprobar, votar, o adivinar para participar. Generan una nueva ludopatía 3.0 donde nos quedamos pegados a la pantalla porque cada estímulo parece generar más endorfinas que el anterior y necesitamos más. Nos acostumbramos a percibir la realidad como fuente de estímulos que lo único que hacen es dejarnos pasivos y distraídos de lo importante. D. J. Juvenal describió con la expresión romana panem et circenses a aquella sociedad romana en la que ya no era posible la acción política, la gente se callaba con comida gratis y juegos. Tal vez, la versión moderna de panem et circenses sean nuestros dispositivos y el (no) lugar dónde nos transportan.


Historia. El concepto de historia siempre estuvo relacionado a una continuidad narrativa que va armando la vida o el perfil de alguien. A través de los distintos sucesos históricos comprendemos el devenir de sus actos o su personalidad. “Hoy la story ya no es una historia en ese sentido, no es narrativa sino aditiva, encadena situaciones instantáneas que no dan explicación lógica a una trama mayor ni sentido profundo. Es una colección de secuencias presentes puntuales e instantáneas que se suceden sin una conexión”, dice Nassim Taleb Esta distorsión se traslada de la misma forma al consumo y los negocios. Cuando compramos un producto, la mayor parte de lo que pagamos es su historia, la que la marca nos contó a través de los años y lo que recordamos de ella, por eso, le asignamos valor adicional sobre otras ofertas similares.  ¿Qué pasaría con el valor adicional de los productos si su historia se perdiera o ya no tuviese coherencia narrativa? Casi todo lo que compramos viene con una historia incluida. Y, sin embargo, muchas marcas hoy no invierten lo suficiente, no se preocupan lo suficiente y no insisten lo suficiente en asegurarse que la historia valga lo que se pagó por ella (o lo que se intenta cobrar). Se invierte más en publicitar algo que en definir su lugar en el mundo, su para qué y su esencia. No es lógico eso. Las marcas no venden productos, venden significados y eso es historia (en el sentido original de la palabra).


Pereza. Alessandro Baricco en su libro The Game explica “desde el inicio de la web estamos construyendo una réplica digital del mundo comprimida y de rápido acceso”. Eso es bueno para algunas cosas, pero no para todas. La clave es tomar las que nos sirven y descartar las que nos llenan de ruido y nos confunden. Hoy tenemos todas las posibilidades a nuestro alcance, sólo que el entorno se volvió muy complejo y nos genera mucha pereza seleccionar lo fértil de la maleza, y hasta nos parece un trabajo inútil, si en realidad todo ya está dado y más o menos funcionaTenemos que luchar contra esa inercia. La información por sí sola no ilumina el mundo, hasta puede oscurecerlo. A partir de cierto punto la información no es informativa, sino deformativa. Hoy las prácticas que requieren un tiempo considerable están en vías de desaparecer. También la verdad requiere mucho tiempo, donde una información ahuyenta a otra, no tenemos tiempo para la verdad. El mundo se está moviendo demasiado rápido y si nos distraemos pasamos de ser protagonistas del cambio a un simple instrumento de fácil manipulación. Tenemos el poder de utilizar nuestros conocimientos e inteligencia para tomar mejores decisiones, más reflexivas y eliminar las manipulaciones que están diseñadas para confundir, no para mejorar la vida.


La Parte Difícil. La tecnología no es neutral. No puede serlo, porque por definición, los avances en tecnología generan cambios, y los cambios siempre generan aspectos positivos y negativos. ¿Cómo estar atentos y distinguir cuál es cuál entonces? Ejerciendo nuestro pensamiento crítico, haciéndonos las preguntas correctas y buscando las respuestas que no están en la superficie. “Cuestiona todo”, dijo Albert Einstein. La creatividad personal y la innovación en las empresas se basan en la voluntad de buscar información. Las preguntas y las respuestas reflexivas fomentan interacciones más fluidas y efectivas, fortalecen las relaciones, la confianza y guían a los equipos de trabajo hacia el descubrimiento de algo nuevo.


Seguramente sea mucho más divertido concentrarse en las partes más fáciles o pretender que lo difícil sea sencillo. Creo que es mejor tomarnos en serio las partes que valen nuestro esfuerzo. Todo lo que vale la pena hacerse tiene una parte difícil, si no fuese así ya estaría hecho.

Daniela De Sousa Mendes